lunes, 11 de marzo de 2013

El Juicio en la Casa de Dios

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Rev. Luis M. Ortiz
“Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios… porque nuestro Dios es fuego consumidor.” 1 Pedro 4:17; Hebreos 12:29.


En la Iglesia del Antiguo Testamento, que era el pueblo de Israel, hallamos extraordinarias lecciones para la Iglesia del Nuevo Testamento. Dios mostró su brazo poderoso en la fundación y preservación de la Iglesia del Antiguo Testamento. En la fundación de la Iglesia del AT Dios descendió al monte Sinaí para establecer las leyes de esta Iglesia, y el monte humeaba y temblaba por la presencia de Dios (Éxodo 19:18).

A través de toda la historia de la Iglesia del AT, esto es Israel, siempre fue evidente y manifiesto el poder y la presencia de Dios. De la misma manera en la fundación de la Iglesia del NT, compuesta no ya por una nación en particular, sino por todos los lavados por la sangre de Jesucristo, sean judíos o gentiles. También la manifestación del poder y de la gloria de Dios, fueron evidentes, en el día de Pentecostés y a través de toda la historia de la Iglesia.

Pero no obstante, el amor de Dios por su pueblo, por su Iglesia, tanto en la antigüedad como ahora, siempre que su pueblo se ha apartado de la senda de la voluntad de Dios, y se ha tornado al pecado, a la idolatría, a la apostasía, Dios se ha visto forzado a visitar a su pueblo con juicio y con castigo. Porque el juicio comienza por la casa de Dios (1 Pedro 4:17), y es cierto que “Dios es amor”, pero también es muy cierto que “Dios es fuego consumidor” (1 Juan 4:8; Hebreos 12:29).

Por esta razón, leemos en el libro de los Jueces: “Después los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales. Dejaron a Jehová el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses… y provocaron a ira a Jehová… Y se encendió contra Israel el furor de Jehová, el cual los entregó en manos de robadores que los despojaron… en mano de Madián… Y la mano de Madián prevaleció contra Israel” (Jueces 2:11-14; 6:1, 2).

Cuando Israel se arrepentía de su pecado clamaba y se tornaba Dios, Dios los libraba, dice la Biblia: “Cuando los hijos de Israel clamaron a Jehová, por causa de los madianitas, Jehová envío a los hijos de Israel un varón profeta” (Jueces 6:7, 8). En esta ocasión, en particular, les envió a Gedeón, un humilde campesino, quien solamente con trescientos hombres los libertó de la mano cruel y opresora de los madianitas (Jueces 7:7).

San Pablo haciendo un breve recuento de alguno de los fracasos de la Iglesia del Antiguo Testamento, por causa del pecado, concluye y dice: “Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas… están escritas para amonestarnos a nosotros” (1 Corintios 10:6, 11).

Amados, es indiscutible que estamos viviendo en los días finales de la historia de la Iglesia del NT. Y San Pablo refiriéndose a estos días en que vivimos, escribe: “Pero el Espíritu Santo dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1). Como hemos visto brevemente en la historia de la Iglesia del AT, la apostasía siempre trajo el juicio y el castigo de Dios. Lo mismo sucede en nuestros días, esto es, la apostasía en la Iglesia de hoy también atrae el juicio de Dios. Porque el juicio empieza por la casa de Dios, y Dios es amor, pero también es fuego consumidor (1 Pedro 4:17; 1 Juan 4:8; Hebreos 12:29).

Volvamos por unos instantes a la historia de la Iglesia del AT, a causa del pecado y de la apostasía del pueblo, Dios permitió una terrible sequía en el país y buscaban agua por doquier, pero volvían con sus vasijas vacías, y se desquebrajó la tierra por no haber llovido en el país, y los labradores estaban confundidos y los animales morían.

En este tiempo de sequía el gran profeta Jeremías clamaba a Dios en intercesión para que Dios enviara lluvia, Dios le contestó acerca del pueblo y dijo: “Se deleitaron en vagar, y no dieron reposo a sus pies; por tanto, Jehová no se agrada de ellos; se acordará ahora de su maldad, y castigará sus pecados… No ruegues por este pueblo para bien… Si Moisés y Samuel se pusieran delante de mí, no estaría mi voluntad con este pueblo; échalos de mi presencia, y salgan… Y enviaré sobre ellos cuatro géneros de castigo, dice Jehová: espada para matar, y perros para despedazar, y aves del cielo y bestias de la tierra para devorar y destruir” (Jeremías 14:10, 11; 15:1, 3).

Nótese que lo que llenó la copa de la ira de Dios, fue que el pueblo se deleitaba en vagar, no daban reposo a sus pies, esto lo hacían física y espiritualmente, no iban a la casa de Dios en busca de la Palabra de Dios y de la voluntad de Dios; pero iban dondequiera que se les antojaba, dondequiera que se les invitaba, iban a quien quieran menos a Dios. Vagaban, erraban, rotaban, correteaban, desviaban, sin punto fijo en ningún lugar; espiritualmente hacían lo mismo, no se apoyaban firmemente en Dios y en su Palabra, pero cualquier falso profeta que les profetizaba bendición, paz, prosperidad, riquezas, fortuna, vanidad, esto creían porque esto querían.

¿No estamos viviendo en nuestros días en condiciones similares?, aunque aquellas cosas de la Iglesia del AT fueron escritas para que nosotros hoy no caigamos en las mismas cosas. Sin embargo, no están muchos en la Iglesia de hoy vagando, no dan reposo a sus pies, corriendo de un lugar a otro, yendo de un profeta a otro, cambiando de una doctrina a otra; llevados por todo viento de doctrina, buscando la que mejor se acomode a sus caprichos y veleidades.

Y son a estos a los que San Pedro se refiere cuando dicen: “Tienen por delicia el gozar deleites cada día… son inmundicia y manchas, quienes… se recrean en sus errores. Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen al corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición. Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad… les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2 Pedro 2:13-15, 22).

Judas también describe a los mismos de manera similar, y dice: “Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las cosas que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales. ¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré” (Judas 1:10, 11).

Sí, hoy como ayer, muchos están vagando, apostatando de la fe, escuchando a espíritus de error y doctrina de demonios. Unos dicen que es Jehová solo, y que el Hijo es una criatura, y que el Espíritu Santo es una mera influencia. Otros dicen que es Jesús solo, y que el Padre y el Espíritu Santo son meros títulos u oficios de una misma persona. Otros dicen que es el Espíritu Santo solo, y que el Padre está inactivo y el Hijo ya acabó, que la Biblia ya no hace falta y que ahora todo es por el Espíritu solo.

Pero amigos míos, ni Jehová solo, ni Jesús solo, ni Espíritu solo, pues dice la Biblia en 1 Juan 5:7, leemos: “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo”. Y también dice: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre” (1 Juan 2:22, 23).

Y así como Dios permitió a la Iglesia del AT cuatro géneros de castigo, esto es muerto, perro, aves de rapiña, y bestias salvajes (Jeremías 15:3). Parece que hoy también vemos las mismas cosas, esto es, los mismos castigos se están produciendo. Como también hoy, hay tanto pueblo vagando, errando, rodando, correteando, desviándose, apostatando; pues también hay muerte, hay perro, hay aves de rapiña, y hay bestias salvajes.

LA MUERTE. Hay quienes la sufren físicamente por causa de su pecado y su desvarío, pero los más sufren muerte espiritual, están sin vida espiritual, muertos iglesias e individuos que son como el valle de huesos secos, están en medio de una horrible sequía espiritual, yendo de un lado a otro pero siempre regresan con sus corazones vacíos. Que muchos muertos espiritualmente en las iglesias.

LOS PERROS. A qué perros Dios se refiere como un castigo para el pueblo, no son los perros de cuatro patas sino aquellos a los cuales San Pablo se refiere, cuando dice: “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros…” (Filipenses 3:2), estos son malos obreros, falsos profetas y falsas profetizas, engañadores.

Añade San Pablo: “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal” (Filipenses 3:18, 19).

Y puesto que todos los que dejan a Dios, los que apostatan, los que no desean abandonar sus pecados; los que no desean escuchar la Palabra de Dios, predicada por hombres santos, consagrados, con un testimonio intachable y un ministerio comprobado, entonces Dios les permite a estos perros y son “llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Efesios 4:14).

Y puesto que hay tantos que andan vagando, apostatando, descarriándose, que no quieren arreglar sus vidas delante de Dios, pues también hay muchos perros, obreros fraudulentos que son una afrenta, un escándalo para la Obra de Dios. Pero dice la Biblia que también “los perros estarán fuera” (Apocalipsis 22:15).

LAS AVES. A las que se refiere Dios como otro género de castigo sobre los inconstantes y apostatas, son los demonios. Como no quieren escuchar al Espíritu de Dios, entonces tienen que escuchar a demonios, a espíritus de mentira, y engañadores.

El rey Acab no quiso aceptar el mensaje de Dios por boca del verdadero profeta de Dios, Micaías. Y entonces vino un demonio de mentira, y dijo: “Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas” (1 Reyes 22:22), a ese demonio de mentira hablando por boca de todos esos falsos profetas, a esos escuchó Acab, y por hacer lo que ellos le indicaron murió, y los perros de cuatro patas lamieron la sangre de Acab.

Como no quieren escuchar la sana doctrina de la Palabra de Dios, entonces tienen que escuchar doctrina de demonios, doctrinas inventadas por los demonios. Doctrinas que enseñan que todo es demonio, doctrinas que les confieren más poder a los demonios que el poder y la autoridad que Cristo le ha conferido al cristiano. Doctrinas que hacen del cristiano una víctima constante de los demonios, y son muchos los que han naufragado en cuanto a la fe, y han sido oprimidos y hasta poseídos por los demonios, por escuchar las aves de rapiña, los demonios, y los espíritus de error.

BESTIAS SALVAJES. Y el último género de castigo mencionado por Dios, para el pueblo desleal y desobediente, son las bestias salvajes. Tampoco se refiere a bestias de cuatro patas, sino a hombres malos, perversos, crueles, sanguinarios, materialistas y ateos, que son como un azote sobre todos los que se olvidan de Dios.

Amigos míos, estos no son tiempos para sermones, matizados de homilética; no son tiempos para sermones paliativos, líricos, ni filosóficos; son tiempos para sermones llenos del poder y de la gloria y de la presencia del Espíritu Santo; no son tiempos para sermones haciendo gala de inmaculada adicción, y de altos niveles académicos; esos son tiempos para sermones que cual llamas de fuego denuncien, y quemen la escoria y el pecado.

Estos son tiempos cuando el juicio tiene que comenzar por la casa de Dios, por los creyentes, quienes decididamente tienen que tornarse de su mundanalidad, de su indiferencia, de su falta de oración, de su sueño mortal, de su falta de trabajo en bien de las almas que se pierden, y de sus luchas carnales en busca de posiciones y grandezas eclesiásticas. Estos son tiempos cuando los púlpitos tienen que hacer temblar a una sociedad engreída por la comodidad, y corrompida por los vicios; estos son tiempos de arrepentimiento y de buscar a Dios.

Por eso, pues, ahora dice el Señor: “Convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento… convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo” (Joel 2:12, 13). Y después de esto dice el Señor: “Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne… Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Hechos 2:17, 21).

Amigo, ¿qué vas a hacer ante esta denuncia, y ante esta invitación de Dios? Solo tú eres responsable. Dios le bendiga.



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